Adviento

Era una vez una niña muy muy hermosa, lo que tenía de hermosa lo tenía mucho más de santa.

Era santa, porque dialogaba con Dios y platicaba con los ángeles. Hablaba y hablaba tanto con Dios que se enamoró de Él. Su corazón ya no necesitaba más amores, le bastaba Su amor. Un día lleno de sol, pensó, igual que cualquier joven que quiere entrar al convento, no me casaré, quiero ser toda para Dios, me basta el amor de Él. Ella no lo sabía, pero ese pensamiento se lo escribió Dios en el corazón.

Una mañana se escapó del cielo un angelito juguetón, bajó a la tierra, buscó a la niña hermosa y la encontró con las manitas juntas sobre el pecho rezando por la madre del Mesías esperado, no la interrumpió, se acercó invisible y le susurró al oído: “antes de esta noche vas a ser madre”. La niña no se enojó ni se molestó, sonrió, “que tontería”, pensó. Sin embargo, no era hasta la noche ¡era ya! En el momento, ahora vino un arcángel poderoso, regañó al angelito juguetón y lo mandó al cielo, este no se fue, porque el cielo había bajado con todos los ángeles, todos allí con su Reina, querían escuchar. 

San Gabriel se acercó nervioso a la niña y le dijo: “Ave María llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre todas las mujeres”… La niña hermosa lo saludó con paz, lo escuchó, se asustó, no por ver al ángel, con frecuencia veía muchos, sino porque creyó estar viendo a un demonio disfrazado de ángel. Solo el diablo diría lo contrario que Dios le había inspirado, ser Virgen. Sin embargo, cuando entendió cómo iba a ser Madre y Virgen, le respondó: “He aquí la esclava del Señor”.

Imagínate, de niña sencilla, hermosa y muy santa, en un instante vemos a una Madre con Dios en su vientre y un futuro que le cambió su manera de pensar, ver a las personas, al templo; le cambió la vida.

A los pocos meses el bebé nació y le puso por nombre Jesús. La historia no acabó allí, nunca acabó. El Niño Jesús y la Virgen María siguen viniendo a nosotros cada año y es tan grande ese recuerdo, tan lleno de amor que no es recuerdo, es una realidad, es Navidad, por eso nos preparamos en Adviento, como se preparó la niña Madre hermosa y santa para recibir al Mesías, al Príncipe de la Paz, el Redentor. No está lejano, está cerquita porque es nuestro hermano que tanto nos ama que se quedó, no en Belén, en un Sagrario.

Adviento es cuando los ángeles bajan del cielo, todos, tanto los importantes como san Gabriel como los juguetones pequeños. Adviento es el tiempo de preparación para la Navidad. Prepara tu casa, prepara tu hogar, prepara tu alma para que sea otro Belén y se quede ahí el Niño contigo como se quedó en Nazaret.

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